Si Cristo hubiese sido únicamente un profeta judío, o un orador romano, o una divinidad griega, se podría haber esperado de él un éxito inmediato gracias a su enseñanza inspirada y a sus milagros. Incluso los 12 podrían entonces haber esperado unos resultados inmediatos. Y también yo podría sentirme con derecho a exigir un trato idéntico. Ojalá su gracia llene mi mente y mi corazón de tal manera, que yo siempre desee cargar, junto a él con las cruces ineludibles de la vida cristiana.
Puedes hacer una lectura meditada sobre 2 Cor 6, 1-10 y pensar ¿Cómo es mi vida de apóstol? ¿cómo anuncio la Buena Nueva del Reino? ¿De qué debo convertirme?
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