Partiendo de la lectura orante de 1 Cor 1, 17-25 podemos afirmar que
la sabiduría de Cristo hace que sea una locura la sabiduría de este mundo hecho de adoradores del propio yo. Ante la cruz esplendorosa de la verdad divina ¿qué son “todos los sabios y los entendidos y los razonadores sutiles de este mundo”? ¿Y cómo es posible que haya llegado hasta mí un rayo de esa sabiduría divina, que ellos han perdido, para que la poseyera alguien tan pequeño, tan ignorante, tan insignificante como yo? Y si eso es verdad ¿qué estoy haciendo yo de este tesoro? ¿Qué razón habrá movido al Padre a “servirse de la necedad de mi predicación para salvar a los que crean en ella"?
la sabiduría de Cristo hace que sea una locura la sabiduría de este mundo hecho de adoradores del propio yo. Ante la cruz esplendorosa de la verdad divina ¿qué son “todos los sabios y los entendidos y los razonadores sutiles de este mundo”? ¿Y cómo es posible que haya llegado hasta mí un rayo de esa sabiduría divina, que ellos han perdido, para que la poseyera alguien tan pequeño, tan ignorante, tan insignificante como yo? Y si eso es verdad ¿qué estoy haciendo yo de este tesoro? ¿Qué razón habrá movido al Padre a “servirse de la necedad de mi predicación para salvar a los que crean en ella"?
Este texto es un buen instrumento para reflexionar personal y comunitariamente sobre la relevancia que tiene La Cruz en nuestra vida de creyentes.
Tomado de: Revista ORAR, Nº 199
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