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Mostrando las entradas de noviembre, 2010

ADVIENTO. Prácticas recomendadas para vivirlo

Ponemos a tu alcance algunas iniciativas que pueden ayudar a preparar el tiempo de Adviento. 1. Retiro sobre el tiempo de Adviento Se podría, preferentemente al inicio del tiempo litúrgico, realizar un retiro para todos los miembros de la parroquia, comunidad, etc. con el fin de lograr una mejor preparación con vistas a la Navidad. Los temas están dados por los acentos, personajes y medios que la Iglesia propone para el Adviento. 2. Liturgia semanal sobre el tema de la semana Durante el transcurso de la semana se puede invitar a las agrupaciones y otras asociaciones a que celebren en su reunión semanal una liturgia que contribuya a profundizar en el tema y acento que la liturgia de la Iglesia propone para cada semana. 3. Campaña de oración Se puede realizar a lo largo de todo el tiempo de adviento una campaña de oración con el fin de intensificar la vida de oración necesaria para una adecuada preparación para la celebración de la Navidad. Así mismo, sería bueno organizar la oración com

María, primicia de Salvación

El papel de María en el plan de salvación Dios quiso que María estuviera presente en la historia de la salvación. Cuando envió a su Hijo al mundo, quiso que llegara a nosotros naciendo de una mujer (cf. Gálatas 4,4). De este modo, quiso que esta mujer, la primera que acogió a su Hijo, lo comunicara a toda la humanidad. María se encuentra en el camino que va desde el Padre a la humanidad como madre que nos da a todos al Hijo Salvador. Se encuentra en el camino que tienen que recorrer los hombres para ir al Padre, por medio de Cristo en el Espíritu (cf. Efesios 2,18). Cristo en María Para comprender la presencia de María en el itinerario hacia el Padre, tenemos que reconocer con todas las Iglesias que Cristo es «el camino, la verdad y la vida» (Juan 14, 6) y el único mediador entre Dios y los hombres (cf. 1Timoteo 2,5). «La misión maternal de María hacia los hombres, de ninguna manera obscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia» (n. 60). La me
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Recapitular las cosas en Cristo

El plan salvífico de Dios, "el misterio de su voluntad" (Ef 1, 9) con respecto a toda criatura, se expresa en la carta a los Efesios con un término característico: “recapitular" en Cristo todas las cosas, las del cielo y las de la tierra (cf. Ef 1, 10). Cristo confiere un sentido unitario a todas las sílabas, las palabras y las obras de la creación y de la historia. El primero que captó y desarrolló de modo admirable este tema de la "recapitulación" fue san Ireneo, obispo de Lyon, gran Padre de la Iglesia del siglo II. Contra cualquier fragmentación de la historia de la salvación, contra cualquier separación entre la Alianza antigua y la nueva, contra cualquier dispersión de la revelación y de la acción divina, san Ireneo exalta al único Señor, Jesucristo, que en la Encarnación une en sí mismo toda la historia de la salvación, a la humanidad y a la creación entera: “Él, como rey eterno, recapitula en sí todas las cosas" (Adversus haereses III, 21, 9). Cri

Perdónanos como perdonamos

La oración del Padrenuestro nos plantea un gran reto: seremos perdonados en la medida en que perdonemos. Parece ser que nuestra relación con Dios depende de la relación que tengamos con los hermanos. Jesús lo afirma: "Perdonen y se les perdonará" (Lucas 6, 37). Y en otro momento señala: "Si al presentar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda" (Mateo 5, 23-24). Según esto, no se puede estar bien con Dios y estar mal con los hermanos. No se puede amar a Dios que no se ve (cf. 1 Juan 4,20). En los valores de Jesús, el amor viene primero que la piedad, o más bien, le da sentido a ésta. ¿A QUIEN NECESITAMOS PERDONAR? A Dios: porque a veces lo culpamos de nuestras desgracias y dolencias. Al prójimo: para liberarnos del dominio que la persona que nos ha herido ejerce sobre nosotros mediante nuestro odio. A nosotros mismos