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Perdónanos como perdonamos

La oración del Padrenuestro nos plantea un gran reto: seremos perdonados en la medida en que perdonemos. Parece ser que nuestra relación con Dios depende de la relación que tengamos con los hermanos. Jesús lo afirma: "Perdonen y se les perdonará" (Lucas 6, 37). Y en otro momento señala: "Si al presentar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda" (Mateo 5, 23-24). Según esto, no se puede estar bien con Dios y estar mal con los hermanos. No se puede amar a Dios que no se ve (cf. 1 Juan 4,20). En los valores de Jesús, el amor viene primero que la piedad, o más bien, le da sentido a ésta.

¿A QUIEN NECESITAMOS PERDONAR? A Dios: porque a veces lo culpamos de nuestras desgracias y dolencias. Al prójimo: para liberarnos del dominio que la persona que nos ha herido ejerce sobre nosotros mediante nuestro odio. A nosotros mismos: porque aunque el perdón es algo que recibimos desde afuera y que no es algo que nos podemos dar, a veces nos cuesta aceptar que hemos sido perdonados y acoger ese perdón en nuestro interior.

¿CUANDO SOMOS CAPACES DE PERDONAR? Cuando reconocemos que estamos heridos y que necesitamos perdonar. El que se cree sano no va a los pies del Señor (cf. Lucas 7,36-50; Lucas 18,9-14). A veces tenemos cegados los ojos y endurecido el corazón y no permitimos que el Señor nos sane (cf Juan 12,40). Cuando nos sentimos amados por Dios, estamos en capacidad de perdonar. Cuando hemos experimentado su perdón continuo e incondicional, podemos entonces perdonar a otros (cf.Mateo 18, 23ss). Cuando nos damos cuenta de que Dios acepta y perdona en nosotros aquello que no podemos aceptar en el otro, queremos perdonar.

¿COMO PERDONAR? Pidiéndole a Dios que nos ayude: Perdonar es un don de Dios. Dios nos ha regalado la misma capacidad de amar y de perdonar de Jesús. El mismo Espíritu que animó su vida terrena, está sobre nosotros. Así podemos darle al otro no nuestro limitado perdón-amor, sino el perdón-amor que Dios nos ha dado a nosotros. ¿Te cuesta perdonar o pedir perdón? Pídele a Dios que te regale su propio amor.

Sin regateos: Nuestro Padre nos ama y nos perdona sin negociar condiciones (cf. Lucas 15, 11-32). Siempre:"Perdonar hasta 70 veces 7" (cf. Mateo 18, 21-22). Esto no quiere decir que la otra persona va a cambiar. Perdonar es una decisión: aunque el otro no cambie, aunque no reconozca su error. A pesar de su error, yo me decido a perdonarle.
Nadie está plenamente sano en su mundo interior. Todos necesitamos ir una y otra vez por el camino del perdón. Perdonar no es un acto emocional motivado por el afecto. No se trata de perdonar porque lo siente el corazón. En el perdón no trabaja tanto el corazón, sino la voluntad y la razón. "Perdonar y pedir perdón, es dejar que actúe el Espíritu en el lugar donde existe nuestro orgullo y nuestro resentimiento" (Anónimo).

Sin perdón no hay amor y sin amor no hay perdón. El perdón capacita para amar y crecer, tanto a quien lo otorga como a la persona que lo acepta. Y a la vez, toda sanación, fluye de la relación amorosa con Dios, quien sabemos que con su amor es capaz de transformar las más profundas heridas.

Fuente:
www.cscv.info

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