El tronco de Jesé es un símbolo que, poco a poco, comienza a ganar espacio en los ambientes parroquiales y es de inspiración católica. Recuerda la profecía de Isaías 11, proclamada en este tiempo: “Saldrá un brote del tronco de Jesé, un retoño brotará de sus raíces”.
Su realización es sencilla: basta tener una rama suficientemente larga, con espacio donde se puedan apoyar las cuatro velas que simbolizan las cuatro semanas del Adviento. Se adorna de forma semejante a la corona: con ramas verdes y cintas, principalmente. Al igual que la corona, cada vela se enciende progresivamente, hasta completar el ciclo de las cuatro semanas de preparación.
El tronco de Jesé es un símbolo de profunda raíz bíblica, que valora la esperanza. Del árbol talado irrumpe la vitalidad de Dios, que da sentido y consistencia a la espera. La prueba no ha podido aniquilarlo: ha sido herido, pero no acabado. En él se hace realidad el amor fiel de Dios. El texto es un texto mesiánico, que expresa cómo todas las promesas de Dios han encontrado su plenitud en Jesús, y se relaciona con el Misterio Pascual. La imagen del tronco arrasado pero capaz de albergar la vida traduce cómo aún en la prueba y el sufrimiento la vida de Dios se abre paso, dándole sentido y transformando todo: una imagen, entonces, muy expresiva, diciente, en tiempos de desesperanza.
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