Lo más importante no es lo que hacemos
sino el espíritu que nos mueve a hacerlo
sino el espíritu que nos mueve a hacerlo
Sin duda alguna, en el momento de la adolescencia y la juventud, la pregunta contante, perenne y central es ¿Quién soy? Justamente, podemos empezar por ahí en los encuentros con jóvenes.
Llamemos a esta etapa de nuestro Blog: “La Memoria de la vida”. Nuestro objetivo es lograr que nuestros jóvenes participantes se vayan conociendo y aceptando a sí mismos y podemos iniciar con una dinámica sencilla e importante. Sólo necesitamos varios espejos de diversos tamaños, formas y perspectivas (por ejemplo, que se apoyen en la pared, el piso, etc.) Preferiblemente que sea un espejo por cada participante. Si esto no es posible, al menos, espejos grandes que puedan verse varios participantes. Los espejos deben ser estratégicamente colocados en el local, de forma tal, que por donde los participantes pasen, haya espejos.
Con un ambiente musical suave e instrumental, cada participante debe caminar por el local y eventualmente detenerse frente a un espejo, observándose detenidamente. Siguen caminando lentamente y se detienen frente a otro espejo.
Quienes orientamos la dinámica podemos ir invitando a los jóvenes a observarse fijamente: “Miren bien sus ojos, observen todo en ustedes con atención, el color de la piel, el cabello, la sonrisa, si tienen alguna marca o seña personal, ¿qué sientes cuando te ves?, ¿qué te provoca hacer cuando te observas exterior e interiormente?…”
Al finalizar la música o el tiempo que se considere necesario, podemos invitar a los jóvenes a expresar lo que ven, lo que sienten… ¡Claro! Aunque es bueno que se expresen, es importante aclarar que nadie tiene que sentirse obligado a decir sus sentimientos si no quiere.
Todos deben mirar dentro de sus ojos, a través del espejo, y decir: “Mi nombre es… tengo… (Edad), quiero ser… y espero que este encuentro sea…"
Para finalizar, luego de unos minutos de silencio, le pedimos al grupo que forme un círculo grande, nos sentamos cómodamente, y comenzamos a compartir sobre la dinámica en relación al objetivo del encuentro. Podemos vivir allí momentos de risa o de llanto, podría haber sentimientos y eventos significativos. Lo importante es que permitamos que los jóvenes actúen según su voluntad, que se expresen libremente y que se pueda crear el ambiente para que ellos confíen unos de otros y, sobre todo, que descubran que para ser feliz es necesario compartir y vivir la amistad partiendo de la aceptación personal para llegar a la aceptación de los demás.
Llamemos a esta etapa de nuestro Blog: “La Memoria de la vida”. Nuestro objetivo es lograr que nuestros jóvenes participantes se vayan conociendo y aceptando a sí mismos y podemos iniciar con una dinámica sencilla e importante. Sólo necesitamos varios espejos de diversos tamaños, formas y perspectivas (por ejemplo, que se apoyen en la pared, el piso, etc.) Preferiblemente que sea un espejo por cada participante. Si esto no es posible, al menos, espejos grandes que puedan verse varios participantes. Los espejos deben ser estratégicamente colocados en el local, de forma tal, que por donde los participantes pasen, haya espejos.
Con un ambiente musical suave e instrumental, cada participante debe caminar por el local y eventualmente detenerse frente a un espejo, observándose detenidamente. Siguen caminando lentamente y se detienen frente a otro espejo.
Quienes orientamos la dinámica podemos ir invitando a los jóvenes a observarse fijamente: “Miren bien sus ojos, observen todo en ustedes con atención, el color de la piel, el cabello, la sonrisa, si tienen alguna marca o seña personal, ¿qué sientes cuando te ves?, ¿qué te provoca hacer cuando te observas exterior e interiormente?…”
Al finalizar la música o el tiempo que se considere necesario, podemos invitar a los jóvenes a expresar lo que ven, lo que sienten… ¡Claro! Aunque es bueno que se expresen, es importante aclarar que nadie tiene que sentirse obligado a decir sus sentimientos si no quiere.
Todos deben mirar dentro de sus ojos, a través del espejo, y decir: “Mi nombre es… tengo… (Edad), quiero ser… y espero que este encuentro sea…"
Para finalizar, luego de unos minutos de silencio, le pedimos al grupo que forme un círculo grande, nos sentamos cómodamente, y comenzamos a compartir sobre la dinámica en relación al objetivo del encuentro. Podemos vivir allí momentos de risa o de llanto, podría haber sentimientos y eventos significativos. Lo importante es que permitamos que los jóvenes actúen según su voluntad, que se expresen libremente y que se pueda crear el ambiente para que ellos confíen unos de otros y, sobre todo, que descubran que para ser feliz es necesario compartir y vivir la amistad partiendo de la aceptación personal para llegar a la aceptación de los demás.
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