Pasado un tiempo, mis compañeros y yo embarcamos en Pafos hacia las costas de Asia. Llegamos a Perge, la ciudad más famosa de Panfilia, y provincia romana en aquel entonces. Me habría gustado que conocieras la monumental puerta de acceso a la ciudad, su acrópolis, el templo de Artemisa y la espléndida vía de veinte metros de ancha, adornada con pórticos.
En Perge surge una crisis entre mis acompañantes, y Juan Marcos decide volverse a Jerusalén. ¡Cosas de los grupos humanos! Así que no nos detuvimos a predicar. Tras el abandono de Juan Marcos, nos dirigimos al norte, por la vía que conduce al altiplano de la Anatolia Central. Te estoy mareando con tanto nombre, ¿verdad? Pero es que mi vida fue así, qué quieres que le haga. Tú, ten siempre abierto el atlas y no te perderás.
Desde aquí seguimos hasta el interior del altiplano, más allá de la cadena del Tauro, a la ciudad de Antioquía de Pisidia. Recuerda: sin aviones ni autobuses, estos viajes eran en malos barcos-¡si vieras cómo se movían cuando el mar estaba algo alborotado!-. Otras veces viajábamos a pie, con los consiguientes peligros de atracos, enfermedades y agotamiento… ¡Ah, apunta!: en Antioquia fue donde se llamó, por primera vez, cristianos a los seguidores de Jesús. Antes se les llamaba “los del camino”.
Después de 260 kilómetros, que los recorrimos, en pequeñas etapas, en unos diez días, Bernabé y yo llegamos a Antioquía de Pisidia, situada en la región de los lagos. Nos pusimos en contacto con la comunidad judía local. Y participamos en la asamblea festiva del primer sábado que pasamos allí. Cuando el responsable de la sinagoga invitó a los huéspedes, como era de costumbre, a tomar la palabra, yo me puse de pie, hice un gesto con la mano y comencé a decir –todavía lo recuerdo perfectamente-:
-Escuchen, israelitas, y también los extranjeros que sienten temor de Dios. El Dios del pueblo de Israel escogió a nuestros antepasados; hizo de ellos una nación grande… Uno de los descendientes de David fue Jesús de Nazareth, a quien Dios envió para salvar a Israel, como había prometido… Este mensaje de salvación es para nosotros… Pues los que vivían en Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas… Pidieron a Pilato que mandara matarlo… Pero Dios lo resucitó… Por medio de él, todos los que creen quedan perdonados de todo aquello de lo que no pudieron obtener perdón bajo la ley de Moisés.
¿Sabes que ocurrió? Que cuando salimos de la sinagoga, nos pidieron que continuáramos hablándoles de estas cosas el próximo sábado. En efecto, siete días después casi toda la ciudad estaba reunida para oír nuestro mensaje. Pero cuando los judíos vieron tanta gente, se llenaron de envidia y empezaron a contradecirme e insultarme. Entonces yo, hablando con valentía, les dije:
-Tenía la obligación de anunciar el mensaje de Dios, en primer lugar a ustedes, que son judíos. Pero ya que ustedes lo rechazan y no se consideran dignos de la vida eterna, nos vamos a los que no son judíos. Porque el Señor me ha dicho: “Te he puesto como luz de las naciones, para que lleves mi salvación hasta las partes más lejanas de la tierra”.
La entrada de paganos en la Iglesia de Cristo creó un pequeño conflicto, que te explico brevemente: los judíos convertidos al cristianismo opinaban que la circuncisión… ¿Sabes lo que es eso? ¿No? Pues, míralo en un buen diccionario… y otras prácticas judías debían ser observadas por los paganos que se incorporaban al cristianimo.
Este fue también, como el Concilio de Jerusalén –del que más adelante te hablaré- un momento trascendental para el futuro de la Iglesia de Jesús. Y de aquí me viene a mí el sobrenombre de Apóstol de los gentiles, paganos o no-judíos, que los tres nombres significan lo mismo.
Tomado del libro: "San Pablo, Viajante por amor"; Paulinas-Venezuela.Colección Humanidad 4; P. Manuel Rodriguez Espejo, Sch. P
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