El miércoles 9 de marzo del 2011, iniciamos el periodo cuaresmal, en dicho periodo, todos los cristianos estamos invitados a vivir un proceso constante de conversión interior y de avanzar en el conocimiento y en el amor de Cristo Jesús nuestro Salvador.
Los motivamos a que vivan esta experiencia renovadora desde nuestro propio ámbito de vida, aprendiendo de Jesús a amar a nuestro prójimo, y en especial poniendo mayor atención a los que sufren. Tomemos el tiempo para disfrutar del recogimiento espiritual y tomemos conciencia de nuestra Fe Cristiana, en este tiempo particular es importante:
- Hacer Oración, tanto personal como en familia
- Ofrecer ayuno, pero con una actitud positiva, no con sufrimiento,
- Dar limosna, la cual nos ayuda a solidarizarnos del sufrimiento de los demás, o hacer obras de caridad
Que esta cuaresma no pase desapercibida, pongamos empeño en cambiar aquello con lo que sabemos que ya no podemos vivir, que realmente nos convirtamos y creamos en el evangelio, lo cual es justamente el símbolo de la señal de la Cruz que se nos ha impuesto.
Tomemos la señal de la cruz en nuestra frente y mostremos con orgullo a nuestro prójimo (compañeros de trabajo, amigos o familia) que somos católicos en la búsqueda de purificar nuestro corazón con el fin vivir la pasión, muerte y la gloriosa resurrección de nuestro Señor Jesús.
Oremos en comunidad, en familia, sigamos alimentando el fuego del amor en medio de nuestra familia cristiana.
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De Arabia a Damasco: “Pablo se fue a Arabia. ¿Es la Arabia que actualmente conocemos? La palabra Arabia designaba en aquel entonces a todos los territorios situados al este del Jordán, estos territorios estaban sometidos a la autoridad romana. Allá estuvo tres años meditando, rezando e instruyéndose en la doctrina del cristianismo. Vuelto a Damasco empezó a enseñar en las Sinagogas que Jesucristo es el Redentor del mundo. Entonces los judíos dispusieron asesinarlo y tuvieron los discípulos que descolgarlo por la noche en un canasto por las murallas de la ciudad. Muchas veces tendrá que salir huyendo de diversos sitios, pero nadie logrará que deje de hablar a favor de Jesús y de su doctrina. De Jerusalén a Antioquía: Pablo decide ir a Jerusalén para conocer a Pedro. Imaginemos Pedro y Pablo de frente ¡Cuantas cosas hablarían! ¡Cómo sería la confrontación de sus experiencias y los deseos de Pablo de conocer mejor las palabras de Jesús de Nazareth! Llegó a Jerusalén y allá se puso tambié
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