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No dejemos morir la buena tradición

Son un reto y una decisión para encontrarnos con el Niño Dios
Pbro. Marcelo R. Sánchez

Las Misas de Aguinaldo son un privilegio que tiene la Iglesia venezolana al poder celebrar tan noble fecha, dentro del marco del Adviento (preparación al nacimiento del Niño Dios), llenas de la mejor tradición de la madrugada, del frío, el chinguirito, las empanadas, el cafecito negro, el chocolate, los cohetes, las luces de colores, las imágenes del pesebre, los aguinaldos, las agrupaciones de villancicos.

Privilegio que se hace reto y decisión de comunidades divididas en sectores que van entusiastas a las preparaciones y a un sano y alegre recibimiento de los visitantes que día a día van caminando por toda la comunidad parroquial.

Reto, porque no debemos apagar ni abandonar la bella tradición tan bombardeada por la transculturización y el materialismo.

Decisión, porque para nadie es noticia que en nuestras comunidades hay delincuencia, inseguridad y muchas dificultades, de manera especial, con los vecinos por cuestiones políticas y divergencias de pensamiento y defensa a ultranza de errores y caprichos.

Este privilegio debe ser sentido y motivado por todos. Pues es una Iglesia que sale al encuentro de los nueve días que significan, de forma simbólica, los meses de gestación de la Virgen para traer al mundo al Niño Jesús. Es una peregrinación que traerá como resultado el poder unirse, valorarse y enamorarse de Cristo Salvador de los pueblos. Nunca será un romper con el Adviento, más bien enriquecimiento a un tiempo Fuerte que nos hace pensar “seriamente” en nuestro encuentro y amor por Emmanuel, Dios con nosotros, que viene a abrazarnos.

En cada Misa de Aguinaldo hay un tema y una secuencia que busca hacer que cada uno se encuentre en primer lugar, consigo mismo. Realidad tan necesaria para despejar dudas, fracasos y redimir el pasado que tanto daño nos causa. En segundo lugar, con los demás, expresión de ese encuentro tan familiar y vecinal que nos hace abrazarnos y perdonarnos.

Las Misas de Aguinaldo, como expresión de fe, nos van señalando un camino difícil, pero lleno de una aventura hermosa: José decide aceptar a María. Ya María había aceptado el designio de Dios. Los vecinos no se dieron cuenta, pues habían cerrado las puertas de su corazón. Los pastores en su humildad pudieron escuchar al ángel de Dios y acudieron con alegría al portal de Belén, no les importó un pesebre por cuna ni una gente tan humilde como testigos.

Entonces, hacer los nueve días de aguinaldo es más que cumplimiento, es y será un camino que nos lleva a descubrir a Cristo Jesús, como el único sendero donde la luz verdadera y clara nos iluminará como sol de mediodía.

Salgamos, salgamos al encuentro del Señor y dejémonos abrazar por el Dulce Amante, que es Niño Lindo donde todos nos rendimos y hacemos silencio de amor como ofrenda agradable a la misericordia divina.


Felicidades y que ese Dios que se hace Niño, en el portal de Belén, les bendiga siempre.

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