
El Adviento es un tiempo permanente, pues todos aguardamos no sólo la venida gloriosa del Señor, sino el encuentro personal con su misericordia, la que esperamos nos conceda el día en que seamos llamados de este mundo y la que cada día necesitamos debido a nuestra debilidad.
Somos llamados a la esperanza cristiana, secreto por el que podemos afrontar toda circunstancia en actitud de abandono confiado, pues desde la opción de Dios de hacerse hombre, tenemos la certeza y la seguridad de su acompañamiento solidario y próximo.

Guarda en tu memoria o reaviva el recuerdo de aquellas palabras, acontecimientos, experiencias que sabes que fueron verdad, y aunque pases por la oscuridad de la fe, por la prueba de fuego, la referencia luminosa te despolarizará de las imágenes negativas y pesimistas.
En este Adviento:
“Preparemos un sitio para el niño”. San José y la Virgen se asoman a un cuarto hecho un desastre y piensan en arreglar el cuarto para el bebé. ¿Cuánto tenemos que ordenar en nuestra vida…?

“Preparémonos para recibir al Salvador” María e Isabel preparan el ajuar para Jesús que abrirá los oídos de los sordos (bastoncillos), que abrirá los ojos a los ciegos (gasas y colirios), que hará andar a los cojos (Patucos), que limpiará a los leprosos (jabón)… que Jesús nos limpie y nos haga ver, oír y andar de otra manera…
“Hagamos una cuna de nuestra alma para acoger a Jesús” San José termina la cuna para su hijo, todo está listo pronto nacerá…
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