Ir al contenido principal

Lo que siento... ¿es la voz de Dios?

Hay muchos jóvenes que, ante las primeras señales de vocación, de atracción por la vida religiosa o el sacerdocio, se preguntan: ¿Esto será realmente voz de Dios?, ¿cómo saber si lo es y no es sólo capricho o imaginación mía?

He aquí una posible respuesta:

Si te despierta y te saca de la mediocridad, si compromete y complica tu vida, pero la llena y da sentido… es voz de Dios.

Si te hace salir de tu tierra, de tu pequeña isla o mar y te lanza al mundo entero, a lo que no imaginabas… es voz de Dios.

Si te llama al corazón, al amor, a la generosidad, a la ilusión, no al miedo ni al temor… es voz de Dios.

Si te invita a ser profundamente feliz y a hacer felices a los demás, si habla el lenguaje de la confianza, del Padre a su hijo… es voz de Dios.

Si te hace descubrir tu propia pobreza (soy un niño, no sé hablar, no soy capaz…) pero también lo que eres capaz con su ayuda… es voz de Dios.

Si te va liberando de cosas, de tu egoísmo, de ti mismo; si rompe tus planes como se los cambió a María de Nazaret… es voz de Dios.

Si no te saca de este mundo, pero te invita a estar en él como levadura, sal luz… es voz de Dios.

Si no tiene nada que ver con los anuncios publicitarios, si no es para hacerte más famoso, ni te va a dar más dinero y poder, ni lo que te ofrece es el ideal de felicidad de nuestra sociedad… es voz de Dios.

Si no te llena de palabras y te avasalla, sino que calla, habla en el silencio, por medio de los pequeños signos, invitándote a la reflexión, a la búsqueda humilde y la oración paciente… es voz de Dios.

Si esa voz va germinando en ti como la semilla en el surco, si te invita a centrarte en Cristo, a seguirle, a convivir con Él, a ser su amigo… es voz de Dios.

Si es como un eco evangélico, si en la oración no puedes borrarla de tu pensamiento… es voz de Dios.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

San Pablo. De Arabia a Damasco y de Jesusalén a Antioquía

De Arabia a Damasco: “Pablo se fue a Arabia. ¿Es la Arabia que actualmente conocemos? La palabra Arabia designaba en aquel entonces a todos los territorios situados al este del Jordán, estos territorios estaban sometidos a la autoridad romana. Allá estuvo tres años meditando, rezando e instruyéndose en la doctrina del cristianismo. Vuelto a Damasco empezó a enseñar en las Sinagogas que Jesucristo es el Redentor del mundo. Entonces los judíos dispusieron asesinarlo y tuvieron los discípulos que descolgarlo por la noche en un canasto por las murallas de la ciudad. Muchas veces tendrá que salir huyendo de diversos sitios, pero nadie logrará que deje de hablar a favor de Jesús y de su doctrina. De Jerusalén a Antioquía: Pablo decide ir a Jerusalén para conocer a Pedro. Imaginemos Pedro y Pablo de frente ¡Cuantas cosas hablarían! ¡Cómo sería la confrontación de sus experiencias y los deseos de Pablo de conocer mejor las palabras de Jesús de Nazareth! Llegó a Jerusalén y allá se puso tambié

Tener fe

Tener fe es ACEPTAR los designios de Dios aunque no los entendamos, aunque no nos gusten. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos. Tener fe es DAR cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos. La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud al que recibe y al que da. Tener fe es CREER cuando resulta más fácil recurrir a la duda. Si la llama de la confianza en algo mejor se extingue en nosotros, entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo. La creencia en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacia grandes derroteros. Tener fe es GUIAR nuestra vida no con la vista, sino con el corazón.

EL QUE NO TRABAJA QUE NO COMA ...

«El que no quiera trabajar que no coma » (2 Tes 3,10), dice san Pablo; quien ha de comer tiene que trabajar. El deber de trabajar arranca de la misma naturaleza. «Mira, perezoso, mira la hormiga...», y mira la abeja, y aprende de ellas a trabajar, a ejercitar tus cualidades desarrollando y haciendo crecer y perfeccionando la misma creación. Que por eso naciste desnudo y con dos manos para que cubras tu desnudez con el trabajo de tus manos y te procures la comida con tu inventiva eficaz. El trabajo será también tu baluarte. Te defenderá del demonio, que no ataca al hombre trabajador y ocupado en su tarea con laboriosidad. Absorbido y tenaz. Te defenderá del ataque de la carne, porque el trabajo sojuzga y amor­tigua las pasiones, y con él expías tu pecado y los pe­cados del mundo con Cristo trabajador, creando gra­cia con Él y siendo redentor uniendo tu esfuerzo al suyo, de carpintero y de predicador entregado a la multitud y comido vorazmente por ella. Así es como el trabajo cristiano,