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Mostrando las entradas de febrero, 2009

Predicación en Antioquía de Pisidia

Pasado un tiempo, mis compañeros y yo embarcamos en Pafos hacia las costas de Asia. Llegamos a Perge, la ciudad más famosa de Panfilia, y provincia romana en aquel entonces. Me habría gustado que conocieras la monumental puerta de acceso a la ciudad, su acrópolis, el templo de Artemisa y la espléndida vía de veinte metros de ancha, adornada con pórticos. En Perge surge una crisis entre mis acompañantes, y Juan Marcos decide volverse a Jerusalén. ¡Cosas de los grupos humanos! Así que no nos detuvimos a predicar. Tras el abandono de Juan Marcos, nos dirigimos al norte, por la vía que conduce al altiplano de la Anatolia Central. Te estoy mareando con tanto nombre, ¿verdad? Pero es que mi vida fue así, qué quieres que le haga. Tú, ten siempre abierto el atlas y no te perderás. Desde aquí seguimos hasta el interior del altiplano, más allá de la cadena del Tauro, a la ciudad de Antioquía de Pisidia. Recuerda: sin aviones ni autobuses, estos viajes eran en malos barcos-¡si vieras cómo se moví

Primer Viaje Misionero

Fíjate bien: después de tener que salir a la ligera de Jerusalén para evitar que me mataran los judíos intransigentes, y tras un breve periodo en Cesarea y Tarso, fui a las regiones de Siria y Cilicia, donde prediqué durante catorce años. Para que no te hagas un lío, recurre otra vez al atlas o a una biblia de esas que tienen láminas con mis viajes, y yo te ayudaré con las fechas. Veamos: mi experiencia del camino de Damasco fue el año 34 después de Cristo. ¿Estás ya situado? Mi primera visita a Jerusalén, el 36. El primer viaje, en el que visité Chipre, Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe duró hasta el año 48- siempre después de Cristo-. En Antioquia, la metrópoli de Siria y centro estratégico para las comunicaciones entre Occidente y el cercano Oriente, existía la primera comunidad cristiana mixta, formada por judíos y paganos que acogieron el Evangelio. Se trataba de un cambio decisivo que marcaría el futuro de la Iglesia de Jesús, pues aquí se anunció por primera vez el Ev

Apóstol por la Gracia de Dios

Te quiero contar ahora lo que después se ha llamado mis viajes apostólicos. Pero antes, déjame que te señale algunas fechas de mi vida, para que me sitúes mejor. Yo vine a nacer casi a la par de Cristo. No te extrañe que no sepa la fecha exacta, porque entonces no teníamos tantos documentos como ahora. La caída del caballo, que cambió el rumbo de mi vida y marcó mi conversión, fue uno o dos años después de la resurrección y ascensión de Jesús. Mi primera visita a Pedro- San Pedro le llaman ustedes hoy- tuvo lugar dos años después… Pero ahora me doy cuenta de que no te he dicho nada de esta entrevista con el jefe de la Iglesia. Perdona. Desde la experiencia del camino a Damasco y la visita de Ananías, yo siempre me consideré un auténtico apóstol, como Pedro, Santiago, Juan, y los otros. Pero a la vez, me sentía como el menor de todos ellos, indigno de ese nombre. Solo por la gracia de Dios fui lo que fui, e hice lo que hice. Y puedo decir que trabajé más que los demás. ¡Bueno, no yo, si

Dios elige a Pablo ser Apóstol

Después de lo ocurrido en Damasco y una vez que recobré la vista recibí el encargo del Señor mediante Ananías al cual me dijo que Dios me había escogido para ser testigo ante todo el mundo y contar lo que había visto y oído. Yo iba de sobresalto en sobresalto. No sabría decirte qué me produjo más impresión: si la luz que me cegó y tiró del caballo, las palabras de Jesús o de este mensaje que me acababa de comunicar Ananías. Como buen judío, conocía que Dios había hablado a Moisés y muchos de los profetas. ¡Pero, chico, es distinto que te hable a ti! Conocía también que Jesús de Nazaret había dado la vista a un ciego de nacimiento, porque se supo por toda Palestina. ¡Pero que a mí, el perseguidor de los discípulos de Jesús, me hubiera escogido para ser testigo suyo ante todo el mundo, eso era demasiado! No acabaron aquí las sorpresas. Cuando regresé a Jerusalén fui al templo a orar, y tuve una visión. Vi al Señor, que me dijo: Date prisa, sal rápidamente de Jerusalén, porque no van a h