Yo me llamo Saulo de Tarso. Bueno, así me llamaba en mis primeros años, porque luego me llamaron Pablo. ¿Y tú cómo te llamas?
Tarso no es mi apellido, es la ciudad en la que nací. ¿Has oído hablar alguna vez de ella? ¿Sabes dónde está situada? ¿Conoces cuántos habitantes tenía cuando yo di mis primeros pasos en ella? Lee y verás: Tarso era una ciudad importante, la capital de Cilicia Oriental. Toma un atlas y busca Cilicia. Es un terreno llano, al nivel del mar, pero limita al norte con la cadena de Tauro, que tiene alturas de hasta 3.000 metros, ¿verdad?
¿No la encuentras? Busca la isla de Chipre. Cilicia está frente a Chipre. De su economía solo te diré una cosa, que tendrá relación con mi vida: se produce lino y tenemos también mucha lana de los rebaños de cabras que pastan en las derivaciones de las montañas. Acuérdate de este dato y más adelante te diré la relación que tiene con mi vida. ¡Ah, me olvidaba! Tarso era una ciudad muy culta. En ella nacieron muchos filósofos, que a lo mejor tú vas a conocer cuando estudies la Historia de la Filosofía.
Nací cuando se estaba cerrando un largo período en todo el mundo y abriéndose otro, mucho más largo, tanto que todavía dura… El acontecimiento que cerró un período y abrió el otro que partió la historia del mundo en un antes y un después.
¿Adivinas a qué acontecimiento me estoy refiriendo? ¡Eso!: al nacimiento de Cristo. Fíjate si soy viejo. ¡Ah, pero ya verás cómo te va a gustar mi vida y cómo te va a servir mi ejemplo para vivir tú con pasión, con valentía, con ganas de hacer algo importante por tu ciudad y tu país, por Jesús!
Los que han escrito de mí no dicen nada de mis padres, hermanos, tíos, vecinos… Yo tampoco te voy a desvelar muchas cosas, pero sí te diré que eran judíos. Y de mi familia estaba bien acomodada. Gozábamos de la ciudadanía a título pleno de esa ciudad.
¿Tú sabes que Jesús de Nazaret y sus y sus primeros discípulos fueron perseguidos por los judíos? La razón fue que ellos pensaban que Jesús decía ser Hijo de Dios, es decir, se sentía Dios como el Padre y el Espíritu Santo. Y eso no cabía en la cabeza de los judíos.
Lo que la gente ha logrado saber de mi vida lo conocen por la biblia, y, más en concreto, por el libro llamado Hechos de los Apóstoles y por mis Cartas o Epístolas. Bueno, supongo que tú tienes ya una Biblia y que sabes distinguir entre el Antiguo Testamento y el Nuevo, ¿no? Si abres tu Biblia por los Hechos de los Apóstoles, la primera noticia que dan de mis andanzas es que los que hacían de testigos contra Esteban dejaron sus ropas al cuidado de un joven llamado Saulo, mientras lo apedreaban. Por eso a Esteban lo llamamos el Protomártir, es decir, el primer mártir del cristianismo. Con esto ya sabes que yo pertenecía a ese grupo de judíos que perseguía a los primeros cristianos.
Mientras apedreaban mis amigos a Esteban, éste oraba diciendo:
-Señor Jesús, recibe mi espíritu.
Luego se puso de rodillas y gritó:
-Señor, no le tomes en cuenta este pecado!
Lo que nadie sabía entonces es que también yo sería asesinado, unos años después, por creer en Jesús. Pero no adelantemos acontecimientos. Mientras moría Esteban, yo, Saulo, estaba allí, dando mi aprobación a la muerte de Esteban.
Tarso no es mi apellido, es la ciudad en la que nací. ¿Has oído hablar alguna vez de ella? ¿Sabes dónde está situada? ¿Conoces cuántos habitantes tenía cuando yo di mis primeros pasos en ella? Lee y verás: Tarso era una ciudad importante, la capital de Cilicia Oriental. Toma un atlas y busca Cilicia. Es un terreno llano, al nivel del mar, pero limita al norte con la cadena de Tauro, que tiene alturas de hasta 3.000 metros, ¿verdad?
¿No la encuentras? Busca la isla de Chipre. Cilicia está frente a Chipre. De su economía solo te diré una cosa, que tendrá relación con mi vida: se produce lino y tenemos también mucha lana de los rebaños de cabras que pastan en las derivaciones de las montañas. Acuérdate de este dato y más adelante te diré la relación que tiene con mi vida. ¡Ah, me olvidaba! Tarso era una ciudad muy culta. En ella nacieron muchos filósofos, que a lo mejor tú vas a conocer cuando estudies la Historia de la Filosofía.
Nací cuando se estaba cerrando un largo período en todo el mundo y abriéndose otro, mucho más largo, tanto que todavía dura… El acontecimiento que cerró un período y abrió el otro que partió la historia del mundo en un antes y un después.
¿Adivinas a qué acontecimiento me estoy refiriendo? ¡Eso!: al nacimiento de Cristo. Fíjate si soy viejo. ¡Ah, pero ya verás cómo te va a gustar mi vida y cómo te va a servir mi ejemplo para vivir tú con pasión, con valentía, con ganas de hacer algo importante por tu ciudad y tu país, por Jesús!
Los que han escrito de mí no dicen nada de mis padres, hermanos, tíos, vecinos… Yo tampoco te voy a desvelar muchas cosas, pero sí te diré que eran judíos. Y de mi familia estaba bien acomodada. Gozábamos de la ciudadanía a título pleno de esa ciudad.
¿Tú sabes que Jesús de Nazaret y sus y sus primeros discípulos fueron perseguidos por los judíos? La razón fue que ellos pensaban que Jesús decía ser Hijo de Dios, es decir, se sentía Dios como el Padre y el Espíritu Santo. Y eso no cabía en la cabeza de los judíos.
Lo que la gente ha logrado saber de mi vida lo conocen por la biblia, y, más en concreto, por el libro llamado Hechos de los Apóstoles y por mis Cartas o Epístolas. Bueno, supongo que tú tienes ya una Biblia y que sabes distinguir entre el Antiguo Testamento y el Nuevo, ¿no? Si abres tu Biblia por los Hechos de los Apóstoles, la primera noticia que dan de mis andanzas es que los que hacían de testigos contra Esteban dejaron sus ropas al cuidado de un joven llamado Saulo, mientras lo apedreaban. Por eso a Esteban lo llamamos el Protomártir, es decir, el primer mártir del cristianismo. Con esto ya sabes que yo pertenecía a ese grupo de judíos que perseguía a los primeros cristianos.
Mientras apedreaban mis amigos a Esteban, éste oraba diciendo:
-Señor Jesús, recibe mi espíritu.
Luego se puso de rodillas y gritó:
-Señor, no le tomes en cuenta este pecado!
Lo que nadie sabía entonces es que también yo sería asesinado, unos años después, por creer en Jesús. Pero no adelantemos acontecimientos. Mientras moría Esteban, yo, Saulo, estaba allí, dando mi aprobación a la muerte de Esteban.
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