Descendamos del monte de la Luz transfiguradora para reemprender nuestro viaje. El tercer domingo de Cuaresma nos lleva a Samaría y más preciso a Sicar, cerca del monte Garizín, en el corazón de Palestina. Jesús se detiene fatigado y sediento en el pozo de quien busca agua incansablemente. Una mujer, una samaritana busca el amor sin fin. No sabe que la fuente de tal deseo no pertenece al pozo que ella conoce desde siempre, fácilmente alcanzable, a la mano de todos. No se encuentra ni siquiera en el pozo de la Ley, o en las estrechas perspectivas de una confusa religiosidad, sino en el inesperado encuentro con Aquel que posee el Agua viva del Espíritu. Un Agua siempre fresca que corriendo crea, transfigura y vivifica. El largo diálogo entre la mujer desconocida y Jesús alcanza su ápice cuando la samaritana toca el aspecto religioso de la vida: “¿Dónde adorar a Dios?”. Este es el misterio de todos los tiempos: la búsqueda del lugar de culto, de la seguridad espiritual, del “dónde” relac
Para Jóvenes de 8 a 100 años....