"La teología es una reflexión sobre la fe y la fe lo que tiene que hacer es movilizar a las personas para cambiar".
Gustavo Gutierrez Merino
La conversión de San Pablo, es modelo de verdadera conversión evangélica, el apóstol había creído hasta entonces poderse salvar y ser justo ante Dios mediante la observancia escrupulosa de la ley y de las tradiciones de sus padres. Ahora entiende que la salvación se obtiene de otro modo. Quiero ser hallado, dice, "no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe" (Fl 3, 8-9).
"Convertíos y creed en el Evangelio". Antes de Cristo, convertirse significaba siempre "volver atrás" (como indica el mismo término hebreo shub); significaba volver a la alianza violada, mediante una observancia renovada de la ley.
"Convertíos a mí [...], volved de vuestro camino perverso", decía Dios en los profetas (Zc 1, 3-4; Jr 8, 4-5). Convertirse, por tanto, tiene un significado principalmente ascético, moral y penitencial, y se realiza cambiando de conducta de vida. La conversión se ve como condición para la salvación; el sentido es: convertíos y seréis salvados; convertíos y la salvación vendrá a vosotros. Este es el significado predominante que la palabra conversión tiene en los mismos labios de Juan el Bautista (cf. Lc 3, 4-6). Pero en la boca de Jesús, este significado moral pasa a segundo plano, respecto a un significado nuevo, hasta entonces desconocido. También en ello se manifiesta el salto de época que se verifica entre la predicación de Juan el Bautista y al de Jesús.
"Convertíos a mí [...], volved de vuestro camino perverso", decía Dios en los profetas (Zc 1, 3-4; Jr 8, 4-5). Convertirse, por tanto, tiene un significado principalmente ascético, moral y penitencial, y se realiza cambiando de conducta de vida. La conversión se ve como condición para la salvación; el sentido es: convertíos y seréis salvados; convertíos y la salvación vendrá a vosotros. Este es el significado predominante que la palabra conversión tiene en los mismos labios de Juan el Bautista (cf. Lc 3, 4-6). Pero en la boca de Jesús, este significado moral pasa a segundo plano, respecto a un significado nuevo, hasta entonces desconocido. También en ello se manifiesta el salto de época que se verifica entre la predicación de Juan el Bautista y al de Jesús.
Convertirse ya no significa volver atrás, a la antigua alianza y a la observancia de la ley, sino dar un salto adelante, entrar en la nueva alianza, aferrar este Reino que ha aparecido, entrar en él a través de la fe. "Convertíos y creed" no significa dos cosas distintas y sucesivas, sino la misma acción: convertíos, es decir, creed; ¡convertíos creyendo! "Prima conversio fit per fidem", dirá santo Tomás de Aquino, la primera conversión consiste en creer.
La conversión de Pablo se nos presenta, en esta luz, como el modelo mismo de la verdadera conversión cristiana, que consiste ante todo en aceptar a Cristo, en "volverse" a Él mediante la fe. Ésta supone un encontrar antes que un dejar. Jesús no dice: un hombre vendió todo lo que tenía y se puso a buscar un tesoro escondido; dice: "Un hombre encontró un tesoro y por eso lo vendió todo".
CRISTO EN EL PENSAMIENTO Y EN LA VIDA DE SAN PABLO
Padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap.
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