El servicio es, pues, condición fundamental de la vida cristiana. Para el creyente, el servicio no es visto como una debilidad o una limitación, contraria a las legítimas aspiraciones de la persona humana. El servicio a Dios y a los hombres en Dios, se transforma en camino de plenitud y realización personal. Vivir la vida como el servicio es darse a los demás buscando acoger con reverencia y disponibilidad el Plan de Dios en todos los momentos de la propia existencia, según las circunstancias y condiciones de cada uno. El servicio, condición fundamental del seguimiento del Señor, es una opción que alcanza toda la realidad de la persona.
El servicio nace del amor, es concreción de ese amor que el Espíritu derrama en nuestros corazones (Rom 5, 5). Amor y servicio están íntimamente unidos en un mismo camino de plenitud y libertad: "Habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros. Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Gál 5, 13-14).
El servicio amoroso es también una instancia de discernimiento de nuestros actos. En efecto, todo don, toda virtud o cualidad no nos ha sido dada para dominar a los demás, o para ensalzarnos, sino para ponerla al servicio de los demas: "Que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios" (1Pe 4, 10). De esta manera, viviendo la vida como servicio, el amor se hace concreto, según la invitación del Señor Jesus: "En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros" (Jn 13, 35).
El servicio como opción de vida resulta particularmente importante para todos aquellos que ejercen algún tipo de autoridad. En efecto, todo puesto de mando es un puesto de servicio. El servicio por amor se convierte en dinamismo purificador y transformante de la autoridad, despojándola de la idolatría del poder, tentación tan común y predominante en nuestros días.
Tomado de: http://www.caminohaciadios.com/chd/25.html
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