Conocemos la disposición de ánimo y el ambiente festivo que es común en los días navideños y pre-navideños. Y a esta tendencia característica propia de la época solemos llamar espíritu navideño o espíritu de la navidad.
Sin embargo, la palabra espíritu tiene también otras varias acepciones. Entre las 12 que da el Diccionario Larousse están dos muy interesantes en relación al tema que estamos tratando: “sustancia incorpórea”, “ente imaginario”.
Y es así como una nueva moda de un tal “espíritu de la navidad” se nos ha estado colando aún entre los católicos. Algunos de entrada toman el término como esa actitud festiva individual y social propia de los días navideños, para luego darse cuenta de que realmente se trata de una figura que puede catalogarse más bien dentro de los otros dos significados que nos da el Diccionario.
Y ¿qué se pretende con la introducción de ese tal “espíritu de navidad”? Sencillamente desviar el significado de la Navidad, que es el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, hacia esta nueva figura llamada “el espíritu de la navidad”.
Hay que alertar a todos los fieles en general y hombres de buena voluntad para que no se dejen desviar hacia concepciones y prácticas que tratan de cambiar el rostro de la Navidad y eliminar el espíritu cristiano de la misma.
Lo que se ha dado en llamar últimamente “espíritu de la navidad” es un conjunto de enseñanzas sutiles y de prácticas ingeniosas que tratan de apartar a las familias y a los grupos en general de una celebración centrada en el nacimiento del Hijo de Dios y de desviar el significado de la fiesta navideña hacia la contemplación de figuras fantasmagóricas...
La Navidad es la celebración del Nacimiento de Dios-hecho-Hombre, de ese bebé concebido milagrosamente por el Espíritu Santo -el Espíritu de Dios- en el vientre virgen de María, que nace también milagrosamente en una cueva en Belén de Judá, como había sido predicho por los profetas del Antiguo Testamento (Isaías 7, 14 y 9, 5).
El supuesto “espíritu de la navidad” nada tiene que ver con la Navidad Cristiana. Es otra forma de corromper el mensaje cristiano en aquello que tiene de básico y fundante como es la Encarnación del Hijo de Dios y su obra redentora.
Por esto debemos estar alerta ante una navidad a lo new age o a la nueva era, que se nos trata de introducir a través de esta nueva moda: “el espíritu de la navidad”. Proveniente del ocultismo y apoyándose en costumbres paganas, se ha creado una figura que pretendidamente trae a lo largo del año lo que se le pida en un día específico antes de la fecha de Navidad.
Lo que se busca con esto es sustituir el sentido cristiano de la Navidad por ceremonias y prácticas provenientes del ocultismo y del espiritismo, pero bien disfrazadas de provechosas, espirituales y aparentemente cristianas.
Es el mismo engaño de todas las ideas y prácticas del New Age: presentar un error teñido de verdad, presentar un peligro vestido de provecho, presentar una idea anti-cristiana coloreada de cristianismo.
En el caso del tal “espíritu de navidad”, se ofrece como principal atractivo la posibilidad de que se realicen sueños y deseos y de que se nos dé cuanto pidamos. Pero... ¿se dan cuenta quienes se sienten atraídos por esta costumbre engañosa de que pueden estar cayendo en prácticas que vienen del espiritismo?
Porque... ¿qué es, si no, invocar y escribir a un “espíritu”? Y... ¿quiénes son los “espíritus” que están prestos a complacer a los hombres en sus deseos y sueños temporales? Los espíritus de Dios (Angeles y almas de los Santos que están en el Cielo) no son más que servidores de Dios para la salvación de los hombres (cfr. Hb. 1,14), encargados de las órdenes de Dios y atentos a la voz de Su palabra (cfr. Sal. 103, 20-21).
Los espíritus de Dios sirven sólo a Dios y -si Dios así lo dispone- pueden servir a los hombres en los designios salvíficos que El tenga para nosotros (cfr. CIC #350).
Los espíritus de Dios no están para complacernos a los hombres en nuestros deseos, sueños, caprichos o necesidades creadas. Están al servicio de Dios y -sólo si Dios lo desea- pueden estar al servicio de los hombres para fines tendientes a nuestra salvación.
Lo que sucede es que el jefe de los espíritus que no son de Dios es el llamado en el Evangelio el amo o príncipe de este mundo (Jn. 12, 31-14, 30 y 16, 11) y, como tal, tiene cierto poder sobre las cosas del mundo. Pero también es, según el Evangelio, el inventor o padre de la mentira (Jn. 8, 44), que aparenta ser ángel de luz (2a. Cor. 11, 14) para engañar y que, además, desea ser adorado por nosotros y adueñarse de nosotros a cambio de lo poco que a veces pueda otorgar.
Si tuvo la osadía de tentar al mismo Dios -a Jesucristo- para tratar de desviarlo de la misión que Dios-Padre le había encomendado (cfr. CIC #394), proponiéndole: “Te daré poder y te entregaré riquezas, si te arrodillas delante de mí” (Mt. 4, 8-9 y Lc. 4, 6-7)... ¿qué no intentará con nosotros los hombres para desviarnos del camino que nos lleva a Dios?
“En esta época de tantas confusiones es necesario que nosotros los cristianos tengamos un sentido claro de nuestra fe... El supuesto espíritu de la navidad nada tiene que ver con la Navidad Cristiana. Es otra forma de corromper el mensaje cristiano”
Fuente: Carta a los Cristianos de la Diócesis de Ciudad Guayana
eso es un engaño del diablo
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