Ir al contenido principal

Los Reyes Magos

Unos Magos venidos de Oriente se presentaron un día ante el Niño Dios y le ofrecieron sus regalos; oro, incienso y mirra. Dones que se han tratado de interpretar de la siguiente forma: el oro, como a Rey; el incienso, como a Dios; y la mirra, como a Hombre.

Tres personajes que según la tradición se llamaban: Melchor, Gaspar y Baltasar. Representan a todos los hombres, a toda la humanidad y llegan a dar las gracias al Redentor. Los dones fueron muy bien escogidos, muy apropiados. Los Magos querían decirle a aquel Redentor: "Bienvenido seas a nuestro hogar, a esta pobre tierra". Al menos algunos fueron a dar las gracias.

Hoy Melchor, Gaspar y Baltasar somos tú y yo. Somos todos los hombres. Aquel Niño Dios ha vuelto para echarnos una mano, para redimirnos otra vez, -que buena falta nos hace- ¿Qué regalos le hemos llevado?
No importa que no tengas oro, porque está muy caro hoy, si tienes algo que vale más que el oro: "tu gratitud, tu amor".

No me digas que nunca le das gracias a Dios, que nunca te acuerdas de Él. ¿Sabías que olvidarte de dar las gracias a quien te da todo es una gran falta de educación?
Tú no haces eso con la persona que te saluda, presta dinero o te hace algún favor, ¿por qué? Porque tienes educación. Ahora me pregunto: ¿Por qué con Dios tenemos que hacer una excepción y no darle las gracias? Olvidarme de Dios es una gran falta de educación.

Y, ¿qué le puedes regalar a Dios si no tienes incienso ni mirra? Quizá no los tengas, pero tienes lengua para dar las gracias por la vida, por tu familia, por tu cuerpo y tu alma, por tantas cosas.
Dar las gracias no cuesta nada. Amar a la persona que más me quiere, no cuesta trabajo. Querer a quien da todo en la vida es muy fácil. Querer al mejor amigo es algo fantástico.

Los que se consideran ateos, bueno "ateos gracias a Dios", no saben lo que hacen, no saben de lo que se pierden.

¿Cuál va a ser tu oro, tu incienso, tu mirra?
Dios espera un regalo, aunque sea pequeño, pero dado con amor. Tienes manos, inteligencia, pies para realizar una tarea útil en bien de los demás. Hacer algo por tus hermanos es ofrecer un regalo a ese Redentor, porque Él mismo nos ha dicho: "Cuando hicísteis un favor a uno de mis hermanos más pequeños, a Mí me lo hicísteis".
Vamos a unirnos a Melchor, Gaspar y Baltasar, y decir al Redentor: "Qué bueno que viniste, te estuvimos esperando siglos, Sabes que somos olvidadizos, ingratos, pero en el fondo te queremos, te necesitamos, aunque a ratos juguemos a ser pequeños ateos".

"Si alguna persona se merece algún regalo nuestro, es el niño de Belén. Y el regalo más hermoso, el que más le gusta, es el oírnos decir: "Niño Dios, te amo como todo mi corazón".


Comentarios

Entradas más populares de este blog

San Pablo. De Arabia a Damasco y de Jesusalén a Antioquía

De Arabia a Damasco: “Pablo se fue a Arabia. ¿Es la Arabia que actualmente conocemos? La palabra Arabia designaba en aquel entonces a todos los territorios situados al este del Jordán, estos territorios estaban sometidos a la autoridad romana. Allá estuvo tres años meditando, rezando e instruyéndose en la doctrina del cristianismo. Vuelto a Damasco empezó a enseñar en las Sinagogas que Jesucristo es el Redentor del mundo. Entonces los judíos dispusieron asesinarlo y tuvieron los discípulos que descolgarlo por la noche en un canasto por las murallas de la ciudad. Muchas veces tendrá que salir huyendo de diversos sitios, pero nadie logrará que deje de hablar a favor de Jesús y de su doctrina. De Jerusalén a Antioquía: Pablo decide ir a Jerusalén para conocer a Pedro. Imaginemos Pedro y Pablo de frente ¡Cuantas cosas hablarían! ¡Cómo sería la confrontación de sus experiencias y los deseos de Pablo de conocer mejor las palabras de Jesús de Nazareth! Llegó a Jerusalén y allá se puso tambié

Tener fe

Tener fe es ACEPTAR los designios de Dios aunque no los entendamos, aunque no nos gusten. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos. Tener fe es DAR cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos. La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud al que recibe y al que da. Tener fe es CREER cuando resulta más fácil recurrir a la duda. Si la llama de la confianza en algo mejor se extingue en nosotros, entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo. La creencia en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacia grandes derroteros. Tener fe es GUIAR nuestra vida no con la vista, sino con el corazón.

EL QUE NO TRABAJA QUE NO COMA ...

«El que no quiera trabajar que no coma » (2 Tes 3,10), dice san Pablo; quien ha de comer tiene que trabajar. El deber de trabajar arranca de la misma naturaleza. «Mira, perezoso, mira la hormiga...», y mira la abeja, y aprende de ellas a trabajar, a ejercitar tus cualidades desarrollando y haciendo crecer y perfeccionando la misma creación. Que por eso naciste desnudo y con dos manos para que cubras tu desnudez con el trabajo de tus manos y te procures la comida con tu inventiva eficaz. El trabajo será también tu baluarte. Te defenderá del demonio, que no ataca al hombre trabajador y ocupado en su tarea con laboriosidad. Absorbido y tenaz. Te defenderá del ataque de la carne, porque el trabajo sojuzga y amor­tigua las pasiones, y con él expías tu pecado y los pe­cados del mundo con Cristo trabajador, creando gra­cia con Él y siendo redentor uniendo tu esfuerzo al suyo, de carpintero y de predicador entregado a la multitud y comido vorazmente por ella. Así es como el trabajo cristiano,