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La Procesión de la Divina Pastora

La procesión mariana más concurrida del país y una de las más impresionantes de Latinoamérica es, sin duda alguna, la de la Divina Pastora. Los larenses tienen a su Pastora como algo propio. Desde 1856, cada 14 de enero, sale la imagen desde la población de Santa Rosa hasta la Catedral Metropolitana en un acto multitudinario, lleno de fe, alegría y colorido.
Llega el 14 de Enero y amanece todo un pueblo unido en devoción. Los de aquí, los de allá, en este día no hay diferencias, vamos caminando todos juntos, tropezándonos en alegría, tradición de esta mi ciudad que se viste de gala para festejar con la más hermosa de las pastoras, ella nos guía a nosotros su rebaño de fieles, nos acompañamos en la vía, cantamos, sudamos, reímos, nos tostamos con el sol, unos van delante y otros detrás como flotando en un mar de gente que se pierde en el horizonte movidos por la fe, entonando tu himno que suena a gratitud. Ofrendas, aplausos, lluvia de pétalos, oraciones, promesas, pastorcitos y nazarenos, los descalzos, los de rodilla, los que salen y llegan en plegarias y cánticos, los que venden, los que compran, los visitantes, los anfitriones, todos feligreses…

¡Qué viva La Divina Pastora!
Fuente: www.ladivinapastora.com.ve

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Tener fe

Tener fe es ACEPTAR los designios de Dios aunque no los entendamos, aunque no nos gusten. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos. Tener fe es DAR cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos. La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud al que recibe y al que da. Tener fe es CREER cuando resulta más fácil recurrir a la duda. Si la llama de la confianza en algo mejor se extingue en nosotros, entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo. La creencia en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacia grandes derroteros. Tener fe es GUIAR nuestra vida no con la vista, sino con el corazón. ...

EL QUE NO TRABAJA QUE NO COMA ...

«El que no quiera trabajar que no coma » (2 Tes 3,10), dice san Pablo; quien ha de comer tiene que trabajar. El deber de trabajar arranca de la misma naturaleza. «Mira, perezoso, mira la hormiga...», y mira la abeja, y aprende de ellas a trabajar, a ejercitar tus cualidades desarrollando y haciendo crecer y perfeccionando la misma creación. Que por eso naciste desnudo y con dos manos para que cubras tu desnudez con el trabajo de tus manos y te procures la comida con tu inventiva eficaz. El trabajo será también tu baluarte. Te defenderá del demonio, que no ataca al hombre trabajador y ocupado en su tarea con laboriosidad. Absorbido y tenaz. Te defenderá del ataque de la carne, porque el trabajo sojuzga y amor­tigua las pasiones, y con él expías tu pecado y los pe­cados del mundo con Cristo trabajador, creando gra­cia con Él y siendo redentor uniendo tu esfuerzo al suyo, de carpintero y de predicador entregado a la multitud y comido vorazmente por ella. Así es como el trabajo ...

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El plan salvífico de Dios, "el misterio de su voluntad" (Ef 1, 9) con respecto a toda criatura, se expresa en la carta a los Efesios con un término característico: “recapitular" en Cristo todas las cosas, las del cielo y las de la tierra (cf. Ef 1, 10). Cristo confiere un sentido unitario a todas las sílabas, las palabras y las obras de la creación y de la historia. El primero que captó y desarrolló de modo admirable este tema de la "recapitulación" fue san Ireneo, obispo de Lyon, gran Padre de la Iglesia del siglo II. Contra cualquier fragmentación de la historia de la salvación, contra cualquier separación entre la Alianza antigua y la nueva, contra cualquier dispersión de la revelación y de la acción divina, san Ireneo exalta al único Señor, Jesucristo, que en la Encarnación une en sí mismo toda la historia de la salvación, a la humanidad y a la creación entera: “Él, como rey eterno, recapitula en sí todas las cosas" (Adversus haereses III, 21, 9). Cri...