Señor, Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy.
No conozco el camino que hay ante mí.
No tengo seguridad de dónde acaba.
No me conozco realmente,
y el hecho de que crea que cumplo tu voluntad
no significa que realmente lo haga.
Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente.
Y espero no hacer nunca nada aparte de ese deseo.
Y sé que si hago eso, tú me guiarás por el sendero recto,
aunque yo no lo sepa.
Por eso, siempre confiaré en ti
aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte.
No temeré, pues tú estás siempre conmigo,
y no me dejarás que me enfrente solo a mis enemigos.
Pensamientos de la soledad, Thomas Merton, 1958.
No conozco el camino que hay ante mí.
No tengo seguridad de dónde acaba.
No me conozco realmente,
y el hecho de que crea que cumplo tu voluntad
no significa que realmente lo haga.
Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente.
Y espero no hacer nunca nada aparte de ese deseo.
Y sé que si hago eso, tú me guiarás por el sendero recto,
aunque yo no lo sepa.
Por eso, siempre confiaré en ti
aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte.
No temeré, pues tú estás siempre conmigo,
y no me dejarás que me enfrente solo a mis enemigos.
Pensamientos de la soledad, Thomas Merton, 1958.
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