
El
trabajo y la fiesta están íntimamente relacionados con la vida de las familias:
condicionan sus elecciones, influyen en las relaciones entre los cónyuges y
entre padres e hijos, inciden en la relación de la familia con la sociedad y
con la Iglesia. La Sagrada Escritura (cf. Gn 1-2) nos dice que familia, trabajo
y día festivo son dones y bendiciones de Dios para ayudarnos a vivir una
existencia plenamente humana. La experiencia cotidiana demuestra que el
desarrollo auténtico de la persona comprende tanto la dimensión individual,
familiar y comunitaria, como las actividades y las relaciones funcionales, al
igual que la apertura a la esperanza y al Bien sin límites.
En
nuestros días, lamentablemente, la organización del trabajo, pensada y
realizada en función de la competencia de mercado y del máximo beneficio, y la
concepción de la fiesta como ocasión de evasión y de consumo, contribuyen a
disgregar la familia y la comunidad, y a difundir un estilo de vida
individualista. Por tanto, es preciso promover una reflexión y un compromiso
encaminados a conciliar las exigencias y los tiempos del trabajo con los de la
familia y a recuperar el verdadero sentido de la fiesta, especialmente del
domingo, pascua semanal, día del Señor y día del hombre, día de la familia, de
la comunidad y de la solidaridad.

El
VII Encuentro mundial tendrá, como los anteriores, una duración de cinco días y
culminará el sábado por la noche con la «Fiesta de los testimonios» y el
domingo por la mañana con la misa solemne. Estas dos celebraciones, que yo
mismo presidiré, nos verán a todos reunidos como «familia de familias». Se
cuidará el desarrollo de todo el acontecimiento a fin de armonizar
perfectamente las distintas dimensiones: oración comunitaria, reflexión
teológica y pastoral, momentos de fraternidad y de intercambio entre las
familias invitadas con las del territorio, resonancia mediática.
Que
el Señor recompense desde ahora, con abundantes favores celestiales, a la
archidiócesis ambrosiana por la generosa disponibilidad y el empeño
organizativo puesto al servicio de la Iglesia universal y de las familias
pertenecientes a numerosas naciones.
Mientras
invoco la intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, aplicada en el trabajo
cotidiano y asidua de las celebraciones festivas de su pueblo, le imparto de
corazón a usted, venerado hermano, y a sus colaboradores, la bendición
apostólica, que, con afecto especial, extiendo de buen grado a todas las
familias que participan en la preparación del gran Encuentro de Milán.
Castelgandolfo,
23 de agosto de 2010
BENEDICTUS PP
XVI
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