El hombre debe recrear el mundo y ponerlo a su servicio con ayuda de su saber y de su ciencia.
Este proceso tiene unas consecuencias importantes para el cristiano tales como:
Purificar la imagen y el lenguaje sobre Dios desde la conciencia de que nunca se es capaz de ofrecer una imagen del todo rica pues Dios no cabe en nuestro lenguaje y en nuestros conceptos. Nuestro creer no se dirige al enunciado sino al contenido de éste; pero hay que hacer un esfuerzo por adecuar ese enunciado para que sea comprensivo y significativo para el hombre de hoy con una inteligencia y un corazón secular, no religioso.
La necesidad de hablar más con y de Dios ya que la secularización exige vivir a la intemperie y por tanto a personalizar la fe, no siendo ya algo tan social (institucional y cultural) como antiguamente, Esto hará que algunos resortes de poder que tenía la Iglesia se vayan perdiendo y la necesidad de buscar nuevos caminos de presencia desde la pérdida de significación social. Esto tiene el peligro de crear un ambiente donde la secularización afecte no sólo a los aspectos externos sino a los internos, por ello el cristiano no puede perder de vista que Dios es la aportación más necesaria y urgente que podemos realizar porque Dios es un patrimonio de todos.
El replanteamiento del papel del hombre en la historia pues el cristiano ahora se convierte en alguien con un peso determinante y con una responsabilidad de conducir la historia hacia Dios. Se acabó la época triunfalista, pero no se puede pasar a otra de anonimato vergonzoso y privado. Se está llamado a recrear el mundo y también en su dimensión trascendente sin convertirse en manipuladores. Es un reto a la libertad y a la dignidad del hombre.
www.donbosco.es
Este proceso tiene unas consecuencias importantes para el cristiano tales como:
Purificar la imagen y el lenguaje sobre Dios desde la conciencia de que nunca se es capaz de ofrecer una imagen del todo rica pues Dios no cabe en nuestro lenguaje y en nuestros conceptos. Nuestro creer no se dirige al enunciado sino al contenido de éste; pero hay que hacer un esfuerzo por adecuar ese enunciado para que sea comprensivo y significativo para el hombre de hoy con una inteligencia y un corazón secular, no religioso.
La necesidad de hablar más con y de Dios ya que la secularización exige vivir a la intemperie y por tanto a personalizar la fe, no siendo ya algo tan social (institucional y cultural) como antiguamente, Esto hará que algunos resortes de poder que tenía la Iglesia se vayan perdiendo y la necesidad de buscar nuevos caminos de presencia desde la pérdida de significación social. Esto tiene el peligro de crear un ambiente donde la secularización afecte no sólo a los aspectos externos sino a los internos, por ello el cristiano no puede perder de vista que Dios es la aportación más necesaria y urgente que podemos realizar porque Dios es un patrimonio de todos.
El replanteamiento del papel del hombre en la historia pues el cristiano ahora se convierte en alguien con un peso determinante y con una responsabilidad de conducir la historia hacia Dios. Se acabó la época triunfalista, pero no se puede pasar a otra de anonimato vergonzoso y privado. Se está llamado a recrear el mundo y también en su dimensión trascendente sin convertirse en manipuladores. Es un reto a la libertad y a la dignidad del hombre.
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