Ir al contenido principal

Quisiera tener mil vida para anunciar

el Evangelio

La Hermana Tecla Merlo, primera Hija de San Pablo; no fue una mujer cualquiera, fue una mujer excepcional que hizo sencillas las cosas difíciles, que superó obstáculos con paciencia y heroísmo que desde Castagnito, su tierra natal, hasta Albano, lugar de su muerte, pasando por Alba; lugar del encuentro con el Padre Alberione; conviertiéndose su vida en una constante donación a las personas y en completa docilidad a la voluntad de Dios Padre.

Su proyecto de vida fue moldeado amorosamente por Dios y por eso sus frutos no son otros que los propios de un alma grande que permitió con alegría y amor que su vida fuera Cristo.

Sus virtudes fueron reconocidas por el Papa Juan Pablo II, El grande, exaltadas en un grado heroico. Su vida fue un ofrecimiento por la santificación de cada Hija de San Pablo del mundo
y por cada persona que tiene sed de Dios.

Nos queda este testimonio de nuestra querida Maestra Tecla, quien con su sencillez, alegría, docilidad al Espíritu Santo nos dió y nos dá ejemplo de donación gozosa.
Para Reflexionar
¿Qué piensas de la vida? ¿Tienes un proyecto de vida para tí? ¿Sabes cuál es el proyecto de Dios para tí?

Betuel Cano.

Libro: "Venerable Tecla Merlo"

Paulinas Colombia.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

San Pablo. De Arabia a Damasco y de Jesusalén a Antioquía

De Arabia a Damasco: “Pablo se fue a Arabia. ¿Es la Arabia que actualmente conocemos? La palabra Arabia designaba en aquel entonces a todos los territorios situados al este del Jordán, estos territorios estaban sometidos a la autoridad romana. Allá estuvo tres años meditando, rezando e instruyéndose en la doctrina del cristianismo. Vuelto a Damasco empezó a enseñar en las Sinagogas que Jesucristo es el Redentor del mundo. Entonces los judíos dispusieron asesinarlo y tuvieron los discípulos que descolgarlo por la noche en un canasto por las murallas de la ciudad. Muchas veces tendrá que salir huyendo de diversos sitios, pero nadie logrará que deje de hablar a favor de Jesús y de su doctrina. De Jerusalén a Antioquía: Pablo decide ir a Jerusalén para conocer a Pedro. Imaginemos Pedro y Pablo de frente ¡Cuantas cosas hablarían! ¡Cómo sería la confrontación de sus experiencias y los deseos de Pablo de conocer mejor las palabras de Jesús de Nazareth! Llegó a Jerusalén y allá se puso tambié

Tener fe

Tener fe es ACEPTAR los designios de Dios aunque no los entendamos, aunque no nos gusten. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos. Tener fe es DAR cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos. La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud al que recibe y al que da. Tener fe es CREER cuando resulta más fácil recurrir a la duda. Si la llama de la confianza en algo mejor se extingue en nosotros, entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo. La creencia en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacia grandes derroteros. Tener fe es GUIAR nuestra vida no con la vista, sino con el corazón.

Recapitular las cosas en Cristo

El plan salvífico de Dios, "el misterio de su voluntad" (Ef 1, 9) con respecto a toda criatura, se expresa en la carta a los Efesios con un término característico: “recapitular" en Cristo todas las cosas, las del cielo y las de la tierra (cf. Ef 1, 10). Cristo confiere un sentido unitario a todas las sílabas, las palabras y las obras de la creación y de la historia. El primero que captó y desarrolló de modo admirable este tema de la "recapitulación" fue san Ireneo, obispo de Lyon, gran Padre de la Iglesia del siglo II. Contra cualquier fragmentación de la historia de la salvación, contra cualquier separación entre la Alianza antigua y la nueva, contra cualquier dispersión de la revelación y de la acción divina, san Ireneo exalta al único Señor, Jesucristo, que en la Encarnación une en sí mismo toda la historia de la salvación, a la humanidad y a la creación entera: “Él, como rey eterno, recapitula en sí todas las cosas" (Adversus haereses III, 21, 9). Cri