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Mostrando las entradas de diciembre, 2011

Fin de Año 2012

Estos días, la Liturgia de la Palabra nos propone como texto para meditar el cántico del anciano Simeón, que puede ayudarnos en la consideración del don que supone la Navidad como encuentro con Jesús, el Hijo de María, el Salvador, cuando rezamos: “Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos…” El final del año deja gustar la caducidad, a la vez que nos permite saborear el tiempo de gracia, y la celebración del curso de los días como andadura que avanza hacia la meta del encuentro definitivo con Dios. Una de las experiencias más señaladas que he tenido esta Navidad, ha sido el diálogo con una religiosa de clausura, en una de mis visitas a los monasterios. En la conversación con la hermana comprendí que estaba ante un testimonio extraordinario de confianza y abandono en manos de Dios, a la vez que palpaba la fuerza y la luz que concede el don de la fe. Me decía la monja, que ante

LA VERDAD BROTA DE LA TIERRA

Celebremos con alegría el advenimiento de nuestra salvación y redención. Celebremos el día afortunado en el que quien era el inmenso y eterno día, que procedía del inmenso y eterno día, descendió hasta este día nuestro tan breve y temporal. Éste se convirtió para nosotros en justicia, santificación y redención: y así – como dice la Escritura –: El que gloríe, que se gloríe en el Señor.  Pues la verdad brota de la tierra: Cristo, que dijo: Yo soy la verdad, nació de una virgen. Y la justicia mira desde el cielo: puesto que, al creer en el que ha nacido, el hombre no se ha encontrado justificado por sí mismo, sino por Dios.  La justicia brota de la tierra: porque la Palabra se hizo carne. Y la justicia mira desde el cielo: porque todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba. La verdad brota de la tierra: la carne, de María. Y la justicia mira desde el cielo: porque el hombre no puede recibir nada, si no se lo dan desde el cielo.  Ya que hemos recibido la justificación por la fe,

Adviento. La alegría de la Encarnación

La alegría del Adviento es la alegría de saber que Dios está pendiente del hombre, de cada ser humano, de ti y de mí. Que vendrá y nos salvará al fin de los tiempos, y hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche. Pero también es la alegría de la Encarnación. El Hijo de Dios se ha hecho hombre, como cualquiera de nosotros, para compartir nuestra vida y nuestro destino, para estar más cerca de nosotros. Para que podamos entran en comunión de amor con la Trinidad Beatísima. En los pueblos primitivos existía un cierto deseo de salvación, una aspiración profunda de que la divinidad de alguna forma intervendría en la historia para poner orden entre los hombres, para restablecer de alguna manera esa felicidad tan ardua de alcanzar que parecía perdida, imposible para el hombre. Ese deseo se convierte en una realidad cercana para el pueblo de Israel, el pueblo elegido. Así el Espíritu Santo a través del profeta Isaías, usando imágenes sacadas de la naturaleza, anuncia esa realid

ADVIENTO. LA ESPERANZA QUE ES PACIENCIA

La esperanza es la capacidad de confiar en que se hará realidad algo que aún no se ve (por eso en la Biblia y en la experiencia cristiana está tan unida a su hermana la fe, que es la capacidad de caminar cuando no se ve, en la noche). Pero la esperanza es no solo la capacidad de confiar en que se hará realidad algo que aún no se ve, sino que además es algo que no depende solo de nuestras propias fuerzas ni de nuestro empeño. Es algo que “se nos da”, “que llega”, no lo “hago venir” yo. Por eso la esperanza cristiana está tan unida también al “aguardar”, al “acoger”, al “recibir”. Y unida, por tanto, al “contemplar”, que es aguardar, acoger a Dios en la realidad. Es verdad que el compromiso transformador de la realidad es una dimensión fundamental de la esperanza cristiana: la capacidad de comprometerse por hacer realidad aquello que se espera. No es una esperanza meramente pasiva, no espera de brazos cruzados. Es una esperanza que cree en la utopía y la trabaja. No sólo en la