Ángelus 3 de julio de 2011 Queridos hermanos y hermanas: Hoy, en el Evangelio, el Señor Jesús nos repite aquellas palabras que conocemos tan bien, pero que siempre nos conmueven: “Vengan a mí todos los que están fatigados y sobrecargados, y yo les daré descanso. Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30). Cuando Jesús recorría las calles de Galilea anunciando el Reino de Dios, y sanando a muchos enfermos, sentía compasión de la muchedumbre, porque estaban cansados y abatidos, como ovejas sin pastor” (Cf. Mt 9, 35-36). Esa mirada de Jesús parece extenderse hasta hoy, hasta nuestro mundo. También hoy se posa sobre tanta gente oprimida por condiciones de vida difíciles, pero también desprovista de válidos puntos de referencia para encontrar un sentido y una meta a la existencia. Multitudes extenuadas que se encuentran en los países más pobres, probadas por ...